martes, 4 de octubre de 2016

Cien Réquiem por las Almas del Purgatorio


Este post es una adaptación de una página llamada Devocionario Católico, cuya dirección es: www.devocionario.com
Doy gracias a Dios que me permitió descubrir esta devoción a través de otros hermanos.
Este Réquiem por las almas benditas purgantes tocó lo profundo de mi ser. Me sentí muy unida a ellas al rezarlo. Ya lo sentirán ustedes mismos...
No perdamos más tiempo valioso. Pidamos para que muchas almas sean conducidas al Reino Eterno. Son tantas las que necesitan de nuestras oraciones.
!Gracias Señor por que cada día nos enseñas algo nuevo!
Bendiciones.



Esta devoción se practica con el Rosario. 
Pero se le recorre dos veces, para formar las diez decenas. Es decir, la centena de Réquiem.

Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma:
Dales, Señor, el eterno descanso y brille para ellas la luz perpetua.


En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:
"Almas santas, almas purgantes, rueguen a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por ustedes".

Padre eterno, te ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.


En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. 


Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración:

DE PROFUNDIS
(Salmo CXXIX de David)


Desde el profundo abismo de mis penas 
a Ti clamo, Señor, de noche y día; 
oye, mi Dios, los incesantes ruegos 
de un corazón contrito que se humilla.


Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.


¿Si siempre airado tus divinos ojos 
sobre las culpas de los hombres fijas, 
quién estará confiado en tu presencia, 
confundiéndonos sólo ante tu vista?


Más la eterna palabra de tu seno 
que aplaque espero tus terribles iras; 
porque son inefables tus promesas 
y con tus gracias pecador invitas.


Así aunque mi alma acongojada gime 
contemplando el rigor de tu justicia, 
por tu palabra la indulgencia espera, 
de que la hacen culpas tan indigna.


¡Oh pueblo electo! De mañana y noche, 
en todos tus peligros y fatigas, 
acógete al Señor con la confianza 
que en su ley soberana nos intima.


Porque es inagotable su clemencia; 
se muestra con los flacos compasiva; 
de todas sus miserias los redime, 
y siempre que le claman los auxilia.


Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha 
cuando de tus pecados la liberte, 
que con tanto rigor la tiranizan.



Señor Jesús, lleva al Cielo a las benditas almas del Purgatorio.