domingo, 30 de abril de 2017

Salvando almas

Como bien lo anunció la Santísima Virgen en su aparición en Fátima, Portugal, hay muchas almas que van al infierno porque no hay nadie que rece por ellas.

Somos concientes de lo que ésto significa??...
Almas que se condenan porque no quieren creer en un Dios bueno, en un Dios misericordioso. Porque la ley o insignia de sus vidas es el odio, el resentimiento, la venganza y la muerte.

Aquellos son nuestros hermanos. Jesús, el Cristo, también entregó su vida por ellos. Oró por ellos, y sudó sangre en Getsemaní cuando pudo ver que no se salvarían.
Que no todas las almas se salvarían...

¿Qué podemos hacer para salvarnos a nosotros mismos?
Amar.  Amar, amar y solo amar.
Y los frutos serán la ayuda. Sacrificarnos por los demás.
Servir. No pensar en nosotros antes que en nuestros semejantes.
Colaborar. Hacernos presentes cuando se necesiten nuestras manos.
Dejar de comer, si es necesario, por alimentar al otro.
Sonreír. Entregarnos nosotros mismos en cuerpo y alma por amor a Quien lo dio todo por la humanidad.

¿Qué podemos hacer para salvar a los demás?
Ofrecer a Dios nuestro trabajo. Nuestro sufrimiento. !Nuestra vida!
Hablarles de Jesús. De la esperanza en vivir para siempre si se mantienen en el amor.
Del valor de su sufrimiento que los llevará al Reino eterno. Donde nunca existirá el odio y la miseria. El llanto y el miedo. El hambre y el frío.
!Porque el amor misericordioso de Dios es infinito por cada uno de ellos!

Pero no olvidar jamás que nada debe ser impuesto.
Siguiendo a Jesús, nuestro Redentor y Maestro fiel, no juzguemos a nadie.
No somos nadie para juzgar y mucho menos para sentirnos superiores a ningún otro.

Por último, pero no menos importante, muy por el contrario, creo firmemente que va de la mano de nuestras obras: La oración.
Orar con el alma. Orar con el corazón. Por quienes tienen hambre. Hambre y sed también de justicia. Para que sus corazones se mantengan puros. Fieles a Aquel que todo lo puede.
Orar con todo nuestro ser y con todas nuestras fuerzas por la salvación de la humanidad.  Por la conversión de quienes tanto sufrimiento causan al mundo.
Por quienes derraman sangre. Por aquel que se sienta quizás muy cerca de ti y te causa miedo.
No lo desprecies: ora por él como si oraras por tus hijos, por tus hermanos. Por la más grande e importante de tus intenciones. Y ora con fe. Porque Jesucristo, el Salvador, te escuchará y en Su nombre y por amor, podrás lograr su conversión y salvación. El será quien salve porque creíste que así sería.

!Imagina esas almas dando gloria a Dios en el cielo!
Tu felicidad y pago debe bastar solo con ésto.

El Señor es maravilloso y está vivo.
Sólo desea que tú lo sepas y lo tengas muy claro.

!Cantaremos algún día las alabanzas eternas al Señor!
En su infinita Misericordia nos escoja entre sus elegidos.
Y también escoja a los que hoy son considerados como últimos...

Que Su bendición, Su abrazo y Su fuerza sea siempre con todos nosotros.






domingo, 16 de abril de 2017

¡Verdaderamente ha resucitado!

¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?...
¡¡Cristo ha resucitado!!
¡¡¡Verdaderamente ha resucitado!!!



Que tu Resurrección, Señor, sea la esperanza siempre viva en nosotros de reunirnos contigo después de esta vida.


miércoles, 5 de abril de 2017

Contigo estamos seguros

Hoy pedí oraciones por alguien muy querido que atraviesa momentos difíciles. Los más difíciles de su vida. Y la misericordia de Dios no se hizo esperar. Recibí ofrecimientos extras de oraciones, es decir, llamadas de amigos con quienes no hablo desde hace mucho tiempo que se comprometieron a orar también.

En medio de mi pena al imaginar el sufrimiento de mi amiga, le dije al Señor:
Jesús, en ti confío... ya no me preocuparé más...
Tú deseas que confiemos en ti..., así será Señor...
Yo confío en ti...
No quedaré defraudada.

Y me dispuse a hacer mis deberes.
Fue entonces que alrededor del medio día la llamo y la encuentro tranquila y hasta riendo.
Enseguida me da detalles de lo sucedido en estas pocas horas del día que manifestaron grandemente que Dios siempre nos escucha. Que nunca estamos solos. Que lo imposible se hace posible a su lado.
Pero eso sí. Nos pide una cosa...
Creer.

Por la entrañable misericordia de Dios hemos sido creados y redimidos.
Él siempre escucha atentamente cada plegaria, cada ruego, cada llanto...
A pesar de conocerlo todo aún antes de que suceda, quiere que se lo pidamos porque respeta nuestra libertad. No nos obliga a nada...

¡Busca y encontrarás! ¡Llama y se te abrirá!...
Porque el que busca encuentra y al que toca se le abre.

Jesucristo es la verdadera felicidad, el yugo suave, la carga ligera.
El Rey de reyes que nos invita a conocerlo ya desde esta vida.
A pregustar las delicias del Cielo.

Confío en ti Jesús, hijo amoroso del Padre, que protegerás contra todo y contra todos a esta amiga mía tan querida y comprada a tan alto precio:
El precio de tu bendita, y redentora Sangre.