Hace cuánto que no vas donde el sacerdote para confesar abiertamente tus pecados??
Te cuento que han sido numerosas las veces que he pensado: - No!, qué verguenza..., qué dirá él!..
Además, no fue tan feo servirle tan seria el almuerzo a mi mami...
Y es entonces que me digo: El enemigo es quien habla... No quiero entristecer a Jesús con estas actitudes duras de corazón!! Debo atender a mi mamita anciana, con alegría!! A pesar de mi cansancio... con misericordia! Como lo hace el Señor siempre conmigo.
Y entonces entro, y le cuento todo al elegido de Cristo para traerlo a la tierra. A un hombre de carne y hueso, que representa a Jesús en el confesionario. Y se me va el miedo, la verguenza y todo!
Y es más: Pienso que si el sacerdote pensara mal de mí, bendito sea el Señor! Pues no quiero que nadie me enaltezca sino solo Cristo mi Salvador!!!
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