miércoles, 27 de abril de 2016

El Cordero de Dios

Jesucristo murió por nosotros.  
Dios Padre nos amó de tal forma, que envió a su Hijo, como cordero, en sacrificio de expiación por nuestros pecados.
Muerto y sepultado, bajó a los infiernos y recogió todas las almas de los justos que habían muerto después de Adán y Eva, hasta entonces; llevándolos consigo al Cielo.

Qué más nos queda por hacer que ser agradecidos con Aquel que nos salvó de la muerte eterna!...
Dios hecho hombre...

El mismo Nazareno, Hijo Unigénito del Padre, que murió y resucitó al tercer día, ...vive hoy.
Y vivirá por toda la eternidad. Por los siglos de los siglos...
Y con Él igualmente podemos vivir también nosotros.

Búscalo en la oración. Llámalo con tu corazón, con tus labios. Clama por conocerlo.
Él no se esconderá, saldrá a tu encuentro y en un abrir y cerrar de ojos lo verás, pero no con
tus ojos humanos, sino con los ojos del alma.

Su presencia es..., imponente, sorprendente, celestial...
Pero no por ser Dios mismo, sino por ser la Misericordia misma, el Amor hecho realidad.

Murió por toda la humanidad, por toda la que existió, existe y existirá hasta el fin de los tiempos...

Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Aférrate al propósito de conocerlo, amarlo y servirle cada día que tengas de vida en esta tierra 
peregrina. Y cuando llegues al Cielo, patria eterna de eterna felicidad y paz, tu recompensa será
grande, porque descansarás y gozarás junto al Amado, al Redentor que te amó desde antes de tu concepción en el vientre materno.

Él es la respuesta a todo. Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, el Cordero de Dios que quita el 
pecado del mundo, vive hoy. Y está siempre atento a que le hables, a que lo sientas, a que lo conviertas en tu compañero de vida.

¡Sea por siempre bendito y alabado!
¡Porque su Misericordia por la humanidad es grande!








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