Mi amor por ti no tuvo límite en la Cruz.
Pensé en cada una de tus sonrisas y quise que fueran eternas,
que no terminaran con esta vida terrena.
Te amé entonces cuando aún no existías, te amo hoy que eres
y te amaré mañana y así por toda la eternidad.
¡Ven! Que tengo preparada para ti una morada en el Cielo.
¡Escucha Mi Voz!... y sígueme.
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