miércoles, 12 de junio de 2013

Días de Hospital- Segunda parte

Conocí aquellos días a Lila. Una mujer de 62 años que se encontraba hospitalizada por una infección en el pie, producto de una complicación de un accidente de tránsito, hacía ya dos años.
Con signos visibles de trastornos mentales, pasaba algunos momentos lamentándose de su suerte...
Lila nunca tuvo visitas... Los 6 días que permaneció en aquella cama, no recibió a ningún pariente,... a ningún amigo..., a ningún conocido...

Contaba que vivía con su madre, una anciana de 85 años que cuidaba de los pollos y los gatos.
Pero cuando la recordaba, lloraba profundamente... No aceptaba tener que regresar...
En el hospital nadie la conocía. Había sido trasladada en ambulancia desde la Tablada de Lurín... un lugar de extrema pobreza. Y en esa misma fue llevada de regreso, no sin antes ver su caso la asistente social.

Ella ocupó la cama junto a mi madre... y también mi corazón...
Es en los enfermos donde se encuentra, muy especialmente, Cristo Jesús.
Y cuando Lila, sentada en su cama, me miró con sus ojitos de humildad y necesidad profunda,... yo no pude más que dirigirme a conversar con mi Señor.

Fue así que tuve la experiencia más hermosa en mucho tiempo, porque vino del alma,... provino de Dios.
Supe de su historia,... o de aquella que vale para ella...
Calmé sus ansias,... sus miedos,... su rencor y soledad...

Al echarle colonia a mi madre, pensé: Cómo no hacer lo mismo con ella?...
Pero temí que mi madre se resintiera o protestara porque, era su colonia...
Más enseguida comprendí que Cristo esperaba también lo mismo.

Cristo en mi mami, fue la razón de todo lo que viví... Mi mamita recibía lo mejor de mí y descansaba tranquila sabiendo que luego vendrían sus hijos, hermanos y quizá alguna amiga a verla...

Pero Lila no,... su única certeza era que no vendría nadie...
Fue entonces que, cogiendo la segunda colonia regalada, me acerqué a ella y con las manos empapadas le cubrí los brazos,... el pelo,... las manos...
La felicidad fue perfecta,... el Cielo llegando,... el mismo Cristo sonriendo...
Sí,... fue la alegría más grande que experimenté entonces...
Y Lila?... Lila me miraba y sonreía hermosamente,... no dejaba de observar las caricias recibidas,... el cariño derramado sobre ella.

Rezamos el Ave María,... conversamos de los misterios del Rozario que había aprendido en casa de unas monjitas hacía muchos años,...
Por lo que, en cuanto me fue posible, le llevé uno, junto a una estampa de María Auxiliadora,... nuestra Madre dulce y amorosa...
- La mamita... - repitió varias veces. Y su sonrisa fue más hermosa aún...

Con Lila aprendí que el sentido de la vida no es tan sólo amar a los "nuestros". Nuestros hijos, nuestro esposo(a), nuestros familiares, nuestros amigos(as)...
La vida en esta tierra es para amar a Dios sobre todas las cosas. Y Él, se encuentra en todo aquel desvalido, pobre y enfermo que siempre espera un poco de nuestro tiempo,... algo de nuestro corazón,... ese vacío que debe ser llenado,... la sonrisa, comida o bebida que no tienen...

Lila me hizo muy feliz y se lo agradezco.
Cuando el Señor me llame no quiero verlo triste ni serio por mí,... por lo que no hice y pude hacer,... por lo que hice mal,... o por las veces que lo ignoré...
Quiero verlo feliz, que me sonría enormemente,... que extienda sus brazos hacía mí!!

Saben?... Todos somos llamados a ser santos,... y el mismo Papa Francisco, el representante de Dios en la Tierra, lo repite una y otra vez.
Santo no es aquel que nunca se equivoca,... santo es aquel que siempre regresa,  y se esfuerza en cumplir los mandatos de Cristo, especialmente en la caridad...

Que el camino de nuestra vida sea para hacer feliz a nuestro Salvador,... porque sólo así, podremos llegar algún día al Cielo,... Reino y Morada eterna preparada por Jesucristo...

Gracias Lila!...
Gracias y quiero decir siempre "Sí!", Señor...





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