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martes, 25 de junio de 2013
Enfermedades de la Vida Espiritual: La Tibieza
Fuente: www.es.catholic.net
"No mato, no robo, no hago nada malo; me comporto mejor que mucha gente, no dejo de ir a misa los domingos... Si todo va estupendamente, ¿Para qué arriesgarse a lo desconocido? ¿Para qué luchar?"
La tibieza se considera la enfermedad más peligrosa de la vida espiritual. Por supuesto, esta enfermedad solamente se puede dar en personas que han buscado en algún momento, con sinceridad, el crecimiento y la santidad.
El Nuevo Testamento se pronuncia con claridad acerca de la mediocridad: "Conozco bien tus obras, que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Mas por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca; porque estás diciendo: Yo soy rico y hacendado, y de nada tengo falta; y no conoces que eres un desdichado miserable, y pobre, y ciego, y desnudo.” (Apoc. 2, 15-17).
La tibieza se caracteriza por la aridez del espíritu frente a las cosas de Dios. En la dirección espiritual conviene saber distinguir entre este tipo de aridez y la sequedad permitida a veces por Dios: la llamada aridez pasiva, la noche de los sentidos; esos momentos previstos por Dios nuestro Señor, para ayudar a madurar a una persona. Al quitarle el sentimiento, le cuestan más las cosas de la vida espiritual. Se trata de una aridez totalmente distinta a la tratada en este apartado.
La tibieza es una aridez culpable, como quien estando en un cuarto donde hace mucho frío y teniendo un fuego en la chimenea, no se acerca a él. Siente el frío, pero no tiene el ánimo ni el coraje para acercarse al calentador.
Quien recibe más, habrá de dar cuenta de más. Esto se convierte en algo tremendo para tantas vidas que teniendo todo para ser buenas, han naufragado en la tibieza: "No mato, no robo, no hago nada malo; me comporto mejor que mucha gente, no dejo de ir a Misa los domingos".
Bien, pero ¿y lo bueno que dejaste de hacer? ¿Los pecados de omisión?
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