viernes, 15 de marzo de 2013

DOMINGO V DE CUARESMA

Fuente:  http://www.facebook.com/humberto.giusti.1
LECTURAS DEL DIA: Is 43, 16-21; Sal 125; Flp 3, 8-14; Jn 8, 1-l1
EVANGELIO DEL DIA:

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?" Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?" Ella le contestó: "Nadie, Señor". Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".


REFLEXION EN EL DOMINGO V DE CUARESMA

(...) El Señor no quiere acusar, ni llevar la cuenta, sino perdonar y olvidar. Espera que nos arrepintamos de veras y que nos acerquemos a El en el Sacramento de la Confesión.
Nadie tiene derecho a condenar a nadie. Nadie puede tirar la primera piedra. Todos somos culpables de algo. Reconocer nuestras culpas nos ayuda a no estar pendientes de las de los demás. No acusar es ya el camino hacia la compasión y el perdón de los demás. Dios, Quien sí podría acusarnos, no lo hace, pero espera que nos acerquemos arrepentidos a la Confesión para perdonarnos.
Reconocimiento de nuestros pecados, sin excusas, arrepentimiento, Confesión e intención de no volver a pecar es lo único que Dios nos pide.
Y así el Señor hace “algo nuevo”, como nos dice la Primera Lectura (Is. 43, 16-21). “No recuerden lo pasado, ni piensen en lo antiguo; Yo voy a realizar algo nuevo”. ¿Qué es ese “algo nuevo”? Lo que va haciendo la gracia de Dios en nosotros cuando, aceptando nuestras culpas, nos arrepentimos y nos enmendamos de veras. “Voy a abrir caminos en el desierto y haré que corran los ríos en la tierra árida”. Así puede fluir su gracia, abriendo caminos e irrigando el desierto de nuestra alma.

(...) Preferir a Dios se convierte en un proceso que suele llevarnos toda una vida. En eso consiste el camino de la santidad, bien descrito por San Pablo: “No quiero decir que haya logrado ya ese ideal ... pero me esfuerzo en conquistarlo ... Todavía no lo he logrado. Pero, eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que nos llama Dios desde el Cielo”. (...)






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