No basta, para ser salvo, no matar, o no robar...
También se debe cuidar diferentes aspectos de nuestra vida que en el fondo y claramente, dañan a nuestros semejantes.
Estos se resumen en los siguientes:
-No hablar mal de nadie.
-No juzgar o prejuzgar.
-No entrar en chismes.
-No tomar como preferidos los temas de la vida de los demás.
-No creernos superiores a otros.
-No sentirnos mejores que todos.
-No confiarnos de llevar una vida aparentemente tranquila y en paz.
-No poner nuestro corazón en las cosas materiales.
-No caer en excesos, sean de comida, bebida, y placeres carnales.
Y más bien esforzarnos en elegir lo siguiente:
-Tener una sonrisa para todo aquel que necesite nuestra ayuda.
-Defender el respeto a los demás.
-Hablar siempre sin despreciar a nadie.
-Tomar como preferidos los temas que agraden a Dios.
-Saber que todos somos iguales y que es el corazón lo que nos diferencia.
-Hacer actos de caridad, no ignorar una limosna y compartir con alegría.
-Comer, beber y amar lo justo. Lo necesario para dormir siempre tranquilos.
-Buscar mejorar nosotros mismos antes que esperar que mejoren los demás.
-Elegir la paz antes que la discordia.
-Tolerar por amor a Cristo los defectos de los demás.
-Perdonar como queremos ser perdonados por el Padre.
En conclusión, recordar siempre la letra de la vieja canción:
"Un mandamiento nuevo nos dio el Señor, ...que nos amemos todos como Él nos amó".
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