En la adoración al Santísimo, alrededor de las 9pm., me arrodillé ante el Señor, como lo he hecho en varias oportunidades y luego me senté.
Por más que quise continuar de rodillas, éstas comenzaron a doler diciéndome: Ya es hora de que te sientes...
Todo esto porque lo maravilloso, algo que no olvidaré, vino después.
Permanecí observando el altar donde estaba colocado Jesús Sacramentado y fue entonces que, ayudándome a reconocer que era el mismo Cristo quien estaba ahí realmente, se dio inicio a la sublime adoración de dos horas.
Qué quiero decir con esto? Pues nada más sencillo que el Señor allí manifestado se me mostró con un amor grande y hermoso. Y fue entonces que hablamos de mucho y de poco...
Le pregunté qué quería de mí... Qué debía hacer por Él... A lo que me recordó que algo tengo pendiente hace un tiempo. Un asunto que descuidé sin querer, pero que está ahí y debo atender...
Le dije cuánto lo amaba...cuánto deseaba llegar algún día hasta Él...y entonces sentí que me transmitía:
"Para todo hay tiempo"...
Su mirada, sin ojos, traspasaba mi alma...
La luz de las velas que lo iluminaban no era más fuerte que la luz de su ardiente y amoroso corazón...
Pedí, sí...pedí por tantos que no lo conocen...por aquellos que lo rechazan...porque mi amor y mi fe aumenten...
Pero las palabras fueron poco a poco terminándose...disminuyendo hasta desaparecer...
Y fue entonces que su Gloria, dedicada a las almas que tenía enfrente, inundó y calló toda lengua y toda mente...
Silencio en el templo...y la vista puesta en cada uno...
Quise ver la hora para cuidar de no irme tan tarde, pero entonces sentí: No, yo sabré en qué momento retirarme...Hasta que Tú dispongas...hasta que Tú mismo me digas: "Ya ve a casa"...
Y así fue... Luego de una media hora, aproximadamente, vinieron a mi mente las palabras: "Ya, Tania,...ya tienes que irte"...
Y pensé: Será el momento?...Ya debo irme?...
Y descubrí que sí, porque de pronto comencé a pensar en mis hijas, en mi madre y en mi esposo que estaban allí y que no requerían nada urgente, pero sí requerían de mí.
Cuando pensé en mi familia fue cuando supe que el Señor había terminado de hablar conmigo...
Hace unos meses, acudiendo a la Confesión, un sacerdote maravilloso me dijo: "Ora a tiempo y a destiempo". Entonces entendí que debía orar a cada momento...siempre...
Y la manera de lograrlo fue acudir a la Iglesia a diario...
Lo comparto con Uds.: Yo voy a la misa siempre. Cada día, todos los días. Excepto si algún deber impostergable con mi familia me lo impide....
Comencé a tener sed de Cristo,...de su Palabra,...de su Cuerpo y su Sangre,...de su Amor y Perdón,...de su Paz...
Y eso me cambió la vida...
No soy una santa, pero quisiera serlo...Por la única razón de que nunca quisiera ofender a Aquel que lo dio todo por mí... Al contrario,...quiero hacerlo sonreír siempre... Amarlo y conocerlo ya desde aquí...
Y mientras más lo conozca, más llenará de amor mi corazón por Él...
...¡¡Felices Pascuas a todos!!...
...No lo olviden: ... Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Un agradecimiento especial al Padre Fernando Jansen, quien me condujo a los brazos del Amor de los Amores...
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