Como es evidente, la Comunión Espiritual asume que tenemos fe en la Presencia Real
de Jesús en el Tabernáculo. Implica que quisiéramos la Comunión Sacramental, y
demanda gratitud por el regalo que nos hace Jesús en este Sacramento.
Todo esto se expresa simple y brevemente en la formula de San Alfonso:
"Creo Jesús Mío que estás real y verdaderamente presente en el Santísimo
Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte dentro
de mi alma, más ya que no lo puedo hacer en este momento sacramentalmente
ven por lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido,
yo me abrazo y me uno totalmente a Tí. Nunca, nunca permitas que me separe de Tí.
Amen"
La Comunión Espiritual, como nos enseña Santo Tomás Aquino y San Alfonso Liguori,
producen efectos similares a la Comunión Sacramental, de acuerdo a las disposiciones
con que se hace, la mayor o menor vehemencia con que se desea a Jesús y se le tributa
la atención que merece.
Una ventaja especial de la Comunión Espiritual, es que la podemos hacer tantas
veces como queramos,- aun cientos de veces al día;- cuando queramos,- aun en la noche
avanzada;- y donde queramos,- aún en el desierto, o viajando en un avión.
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